Hay que atrapar al enemigo en su propio sistema, así de sencilla y evidente será la guerra político-electoral que emprenderán los partidazos en México, rumbo al 2012.
Con la venia del señor presidente, se entablarán las guerras sucias en nuestro País, con el beneplácito de los que juegan el simulacro de la democracia, y todo por la mezquindad de los advenedizos esos, que aun no entienden el significado de “el bien común”.
Marco Tulio Cicerón consideraba que todo mundo se mantiene en un estado de miedo constante y que el hombre moldea su comportamiento, ya sea por la ignominia, la esperanza o por el miedo.
Toda campaña electoral se articula mediante estrategias que comunican si bien es cierto, propuestas, ideas y cambios, pero mayoritariamente miedo, miedo de que las cosas empeoren, perder lo poco que se tiene, un cambio radical de vida, alteración a las creencias, y un exterminio de los valores, poniendo en riesgo el futuro de sus familias.
Un argumento recurrente en contra de la izquierda es: se perderán los empleos, las clases sociales desaparecerán, habrá una dictadura, se comenzará una persecución de las clases empresariales, la iglesia desaparecerá, la educación será solo pública.
Las guerras sucias recurren a preguntas tales como: ¿con qué partido en el gobierno vivía mejor? ¿Quién cree que es el culpable del desempleo? ¿Está de acuerdo con la guerra contra el narcotráfico? Lo cual recuerda al electorado la situación que atraviesa, y deja las emociones tan sensibles que lo conduce a la frustración y enojo.
Las reformas constitucionales de 2007 prohíben las campañas de desprestigio o “guerras sucias”, esas que vivimos los Mexicanos cuando Felipe Calderón contrató al ahora “mexicano” Antonio Solá, donde se ponía a AMLO como un peligro para México.
De acuerdo a una encuesta realizada por Ipsos Bimbsa “Las campañas negativas sí tuvieron efectos en el electorado. Entre los votantes que señalan que en su decisión de voto influyeron las afirmaciones de que López Obrador es un peligro para México, el 52.2% votó por Felipe Calderón y solamente el 17.34% lo hizo por AMLO”.
Hoy a la distancia, podemos ver que en nuestro México, las leyes están hechas para violarse, reírse y mofarse.
10 meses serán los testigos de un sinfín de declaraciones negativas, supuestos spots ciudadanos de reclamo, cortinas de humo, rumores, notas filtradas y pagadas, campañas de desprestigio, noticieros a modo.
Los vivimos hace 5 años, lo vivimos ahora.
La única diferencia, es que en este nuevo escenario el rival a vencer y denostar será el PRI y el candidato que encabece la encuesta para hacerse de la candidatura a la presidencia de la república.
El PRI jamás se entregaría a una asfixia sin luchar, ante el ataque en contra de su Presidente Humberto Moreira, con la máxima “una muestra más de cómo gobiernan los priistas” donde el estado que gobernó, Coahuila, terminó con la deuda más elevada del país, 31,000 millones.
La respuesta fue cuasi inmediata, El escenario: el atentado en Monterrey al Casino Royal, la muerte de 53 ciudadanos quedó en segundo plano, para darle paso a la supuesta extorsión que realizaba el hermano del Presidente Municipal Fernando Larrazabal, el cual exigía una cuota a los casinos, de acuerdo a un video que proporcionaron a los medios.
En dicho video se presume, sin embargo, el correcto manejo de la información, lo vuelve una afirmación ante la opinión pública, la cual según una encuesta de BGC arroja que el 59 % de los ciudadanos exige que abandone su cargo el edil panista.
Ante estos hechos, veremos un coliseo romano de 3 arenas, mismas que servirán para finiquitar a sus propios adversarios y desacreditar a los contrarios.
La lucha se advierte encarnizada y despiadada, los espectadores piden sangre y buscan culpables.
Le aseguro querido lector que viviremos un proceso turbio, donde el nombre de México será sobre explotado, se confrontarán las emociones, y se tendrán dosis de miedo.
Estamos como país, en un momento clave donde la toma de decisiones y la exigencia ciudadana deben de imperar. Tratemos de contrarrestar ese miedo que nos quieren imponer, informándonos para generar nuestra propia opinión, libre de la mercadotecnia política.